5 de febrero de 2022

El guía que descubrió a Juan Picardo en la Catedral de Palencia

Rubén Fernández ha encontrado dos relieves del escultor en la Capilla de santa Lucía, únicas obras del francés en La Bella Desconocida.

Las bocas entreabiertas, los párpados caídos, las piernas entrecruzadas del Cristo o el rostro angular de San Juan. Estos son algunos de los muchos rasgos y estilos que llevaron al historiador del arte y guía, Rubén Fernández, a establecer la autoría de dos relieves del retablo de la Capilla de santa Lucía de la Catedral de Palencia a Juan Picardo. «Las investigaciones muchas veces surgen de forma casual, como esta. Al hilo de una catalogación para una colección particular, al comparar unas obras de Picardo, me recordó al relieve del Llanto sobre el Cristo muerto y comencé a hacer comparaciones», afirma Rubén Fernández.

Y se pasó el verano de 2020 viajando hasta Burgo de Osma, Medina del Campo o Peñafiel para estudiar las obras que descansan allí de Juan Picardo y descubrir finalmente su huella en la seo palentina. «A través del método atribucionista por una serie de características que tiene el escultor llego a la conclusión de que son de Picardo», señala.

Las obras del escultor francés son los relieves Llanto sobre el Cristo muerto y La Asunción, además del apostolamiento del sotobanco del mismo retablo, que se trata de una obra del taller del propio Picardo. Hasta este momento, la autoría del retablo y de todas las esculturas que conforman el mismo había sido adjudicada a Manuel Álvarez, escultor palentino, de Castromocho, discípulo de Alonso Berruguete.

Después de estos descubrimientos, escribió un artículo para el boletín de la revista Tello Téllez de Meneses donde llega a esta conclusión y argumenta todo lo que él cree, justificando todo con obras documentadas.

«Juan Picardo es un escultor itinerante, muy típico de los artistas franceses. Trabajó en Peñafiel, donde solía estar asentado, en Burgo de Osma actuó con Juan de Juni en el retablo de la catedral y también hizo esculturas de piedra en el cimborrio de la catedral de Burgos», advierte.

Pero, resulta que no hay más huellas de Picardo en la Bella Desconocida. Y es que el retablo, donde se encuentran los relieves del escultor francés, fue concebido para el Monasterio de la Santa Espina de Valladolid. Por eso aparecen las pinturas de San Benito y San Bernardo, porque era un monasterio cisterciense, que sigue la orden de San Benito, mientras que San Bernardo es el santo más importante del Císter.

¿Y cómo llega hasta la capital palentina? Pues primero pasó por la parroquia de Castromonte, otro pueblo pucelano, que compró el retablo por 300 ducados. Francisco de Ribadeneira, arcediano de Palencia, adquiere la Capilla de Santa Lucía en 1569 y tiene que poner la reja, la sacristía y dotarla de argumentos. «Y en 1580 compra un retablo, que le sale más barato que encargarlo, por 275 ducados y lo coloca aquí», argumenta Rubén Fernández.

Como la capilla está dedicada a Santa Lucía, encarga su escultura hacia 1580. «Probablemente fuera a Manuel Álvarez, que ya había ido a Valladolid y se había empapado del romanismo miguelangelesco, en la parte final del Renacimiento, que imperaba allí», explica.

«Lo que yo intento con este artículo es, más allá de dar la autoría de estos dos relieves, he intentando hacer una pequeña biografía para recoger los datos porque la obra de Juan Picardo no estaba documentada», señala.

Siete años después

Rubén Fernández lleva recorriendo la planta de la Catedral de Palencia a diario desde el año 2015, cuando comenzó a trabajar en la seo palentino dentro del proyecto cultural 'La Bella Reconocida'.

Es incapaz de escoger un lugar concreto de toda la catedral. «El Retablo Mayor es increíble, es una espacio maravilloso. La Capilla del Sagrario, que es gótica, la capilla de los Reyes Magos, de Villalpando... Y El Greco, ir a la sala capitular y verlo, puedo quedarme horas delante. Es una de las grandes joyas de la Catedral. Estamos hablando de un Greco de primer nivel, de la primera etapa española, recién llegado o directamente traído de Italia. Es e muchos quilates que lo tenemos aquí», reconoce.

Antes de aterrizar en la Catedral, trabajó de guía en el castillo de Fuentes de Valdepero, hizo dos guías del Románico en Santa María la Real, trabajó en el Museo Diocesano y en cuatro exposiciones de las Edades, y hasta fue profesor asociado de la Universidad de Valladolid, donde estudió Historia del Arte.

«Trabajo como historiador del arte y organizo visitas, también gestión cultural, pero imprimiendo algo de carácter científico divulgativo. Hay que contextualizar las piezas... es necesario un poco de historia. En la capilla del Sagrario hay que decir quién es Sancho de Rojas», advierte, en referencia al verdadero impulsor de las obras de dicha capilla.

Acaba de presentar su tesis doctoral sobre los seguidores de Gaspar Becerra, andaluz que trabajó para los discípulos de Miguel Ángel e introdujo en España el romanismo migelangelesco, en la antigua Diócesis de Astorga. Dicha tesis tendrá que defenderla el próximo mes.

Esther Bengoechea
El Norte de Castilla, 5 Febrero, 2022. 


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