"Por San Blas, la cigüeña verás...", dice el refranero español, fuente de la sabiduría popular.
En Castromocho desde hace ya más de una década no hay que esperar tanto para poder contemplar estos animalitos todos los días de año pulular por lo alto de nuestro pueblo.
La iglesia de San Esteban ya alberga más nidos de cigüeña que habitantes tenga el pueblo. Y es que la población de estas aves zancudas ha encontrado en el tejado de este templo su hábitat ideal. Algún curioso del lugar ha contabilizado más de 80 nidos en la cubierta de San Esteban que podría duplicarse el año que viene teniendo en cuenta que cada pareja de cigüeñas tiene dos crías anuales.
Castromocho mantiene, por tanto, un paulatino y descontrolado incremento en este tipo de población. El aumento poblacional conlleva, asimismo, un incremento del número de nidos y con ello un incremento de peso cada año mayor en la cubierta de la iglesia.
El frío y los gélidos inviernos no han sido obstáculos para que las cigüeñas abandonen su hogar como sucedía hace cincuenta años. Casi todas las aves soportan bien el frío y más las cigüeñas que de por vida están acostumbradas a vivir lo más alto de los pueblos. Contemplar el vuelo de las cigüeñas se ha convertido en algo más que habitual en Castromocho y lo que antaño era una añoranza hoy se ha convertido en una animadversión popular. Su masiva presencia puede acarrear ciertos peligros para los residentes porque al tratar de hacer sus nidos mueven las endebles y deterioradas estructuras del tejado de la iglesia y las piezas caen al suelo.
Me consta que se está haciendo algo por solventar este serio problema que atañe a todo el pueblo pero los pasos que se van dando son tan extremadamente lentos que a lo mejor cuando se quiera tomar una decisión firme ya es demasiado tarde.
En Castromocho desde hace ya más de una década no hay que esperar tanto para poder contemplar estos animalitos todos los días de año pulular por lo alto de nuestro pueblo.
La iglesia de San Esteban ya alberga más nidos de cigüeña que habitantes tenga el pueblo. Y es que la población de estas aves zancudas ha encontrado en el tejado de este templo su hábitat ideal. Algún curioso del lugar ha contabilizado más de 80 nidos en la cubierta de San Esteban que podría duplicarse el año que viene teniendo en cuenta que cada pareja de cigüeñas tiene dos crías anuales.
Castromocho mantiene, por tanto, un paulatino y descontrolado incremento en este tipo de población. El aumento poblacional conlleva, asimismo, un incremento del número de nidos y con ello un incremento de peso cada año mayor en la cubierta de la iglesia.
El frío y los gélidos inviernos no han sido obstáculos para que las cigüeñas abandonen su hogar como sucedía hace cincuenta años. Casi todas las aves soportan bien el frío y más las cigüeñas que de por vida están acostumbradas a vivir lo más alto de los pueblos. Contemplar el vuelo de las cigüeñas se ha convertido en algo más que habitual en Castromocho y lo que antaño era una añoranza hoy se ha convertido en una animadversión popular. Su masiva presencia puede acarrear ciertos peligros para los residentes porque al tratar de hacer sus nidos mueven las endebles y deterioradas estructuras del tejado de la iglesia y las piezas caen al suelo.
Me consta que se está haciendo algo por solventar este serio problema que atañe a todo el pueblo pero los pasos que se van dando son tan extremadamente lentos que a lo mejor cuando se quiera tomar una decisión firme ya es demasiado tarde.
Dámaso, 2 junio 2009.
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